por Genaro Cuadros y Soledad Monsalve
Llegó el bicentenario y, como era esperable, ocurre en las familias más nobles, la celebración se hará con orgullo respecto de algunos avances y con vergüenza por las brechas que persisten 200 años después de fundada nuestra Republica. Más allá de celebraciones o de inauguraciones, más allá de las certezas del socialismo o la izquierda, desde Balmaceda a Bachelet, hemos acompañado durante un siglo una parte importante de estos doscientos años de historia, este patrimonio es parte de nuestra identidad y constituye un aporte valioso al conjunto de la nación.
Sin perjuicio, de que tanto la izquierda como el socialismo -por que no decirlo- todas las fuerzas políticas, deben volver a hacerse algunas preguntas básicas como: ¿Cual es su rol histórico? ¿Cuáles los intereses que representa? ¿Cuales las ideas políticas, sociales, culturales y económicas que defiende? ¿Cuáles serán las principales disputa de ideas que instalaremos desde la acción pública del Estado?
Y sin ningún ánimo acomodaticio, pero prisioneros de una profunda ética de la responsabilidad, no nos explayaremos en esta oportunidad sobre otras preguntas y debates igual de urgentes, ni sus posibles respuestas, como ¿hacia donde va el Partido Socialista en este escenario de cambios? porque bien podrían extraviarnos en la tarea política del momento para una fuerza socialdemócrata de izquierda como la nuestra.
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